21 ene 2009

VIVIENDA MUNDIAL DEL SIGLO XX

 
 
Antonio Gaudí (1852-1926), arquitecto catalán, desarrolló un estilo personal. Recubrió sus elementales formas arquitectónicas como si fueran gigantescos crustáceos de hormigón, con una decoración imaginativa y poco convencional a base de vidrios y cerámica e incrustaciones metálicas. En donde mejor se puede observar su estilo es en unas lujosas casas de departamentos en Barcelona, la Casa Milá “La Pedrera” (1910), que consta de dos patios interiores que proporcionan iluminación a las viviendas. La estructura del edificio está formada por una base de pilares de piedra, hierro colado y ladrillo; no existen más muros de carga que la fachada y los cerramientos de los patios, por lo que el empleo de la planta libre de tabiques anticipa, de una manera sui generis, los postulados del movimiento moderno.

Walter Gropius fundó la Bauhaus en 1919 en Weimar, Alemania. Es en todo el mundo un concepto, incluso un tema. En sus escasos 14 años de existencia se convirtió en abreviatura de la modernización de la vida, con sus aspectos positivos y negativos. La Bauhaus pretende estar al servicio del desarrollo de la vivienda, desde el sencillo utensilio doméstico hasta la casa terminada.

Ligado con la Bauhaus, el grupo de artistas De Stijl, fundado en 1917, pretendía lograr un estilo válido para “la conciencia del tiempo presente”, que sustituyera lo individual por lo universal.


era un movimiento artístico cuyo objetivo era la integración de las artes o el arte total, y se manifestadban a través de una revista del mismo nombre que se edito hasta 1931.

 La Casa Schröder construida por Gerrit Rietveld y recientemente restaurada es el manifiesto arquitectónico del neoplasticismo.  Contó con la colaboración de su propietaria la Sra. Truss Schröder, quién diseño los muros móviles de planta alta que permitían transformarla en planta libre.  Esta vivienda ocupa la última parcela de una larga calle; es un cuadrado cuyas superficies aparecen fragmentadas por placas horizontales y cristales, paneles de antepecho, soportes verticales y antidecorativa en su color, al margen de los colores primarios que remiten a la pintura de Mondrian. Es indiscutiblemente la casa más moderna de Europa en su tiempo y pone de manifiesto los principios de la teoría del arte y la arquitectura de De Stijl.
 



Le Corbusier definía la casa como “la máquina para vivir, baños, sol, agua caliente y fría, temperatura regulable a voluntad, conservación de los alimentos, higiene, belleza a través de proporciones convenientes”. El arquitecto de origen suizo demostró cómo se podía llevar a la práctica su apasionada defensa de una nueva arquitectura acorde con el tiempo. La Villa Savoye en Poissy, Francia (1929-1931), compuesta por un volumen en forma de prisma sobre una planta cuadrada y elevada sobre pilotes, es uno de los edificios más decisivos que incluye las tesis de su manifiesto. Treinta y cinco años después de su construcción, no sólo es un manifiesto vivo de la arquitectura moderna y funcionalista sino también uno de los contados monumentos nacionales que representa al movimiento moderno en el amplio patrimonio cultural francés.
La Bauhaus, el (Congreso Internacional de Arquitectuera Moderna (CIAM), Mies van de Rohe y sobre todo Le Corbusier, quien había cristalizado todas las ideas vigentes sobre el diseño de viviendas, ejercieron gran influencia en diseños hasta los años setenta.
Frank Lloyd Wright construye la Casa de la Cascada. empleando el uso del concreto; ejemplo de integración de casa y paisaje, de espacio interior y exterior.
Hay tantas casas diferentes como personas”, Frank Lloyd Wright
Por su parte, Mies Van de Rohe de nacionalidad Alemana, redefinió el espacio interior doméstico en la casa Farnsworth, la cual marcó un hito en la arquitectura de la época al desarrollar una estética a base de acero y dio especial importancia a los elementos de unión y remate; es una vivienda transparente, el interior de la caja de vidrio a su vez encierra otra caja de madera donde se encuentran todos los servicios de la vivienda.

Mientras tanto, en México, uno de los países más avanzados en arquitectura de América Latina, rompió con la tradición pseudohistórica en la década de los veinte bajo el liderazgo de José Villagrán García. Años después, Luis Barragán introdujo el lenguaje moderno pregonado por arquitectos europeos como Le Corbusier para definir su propio estilo: la construcción de un lenguaje arquitectónico abstracto sobre la base de la tradición mexicana. Un ejemplo de este innovador tipo de lenguaje empleado por Barragán es su propia casa ubicada en Tacubaya, en la cual la vegetación, al agua, los volúmenes geométricos más sencillos y los colores cálidos combinaban brillantes composiciones arquitectónicas, singulares espacios a medio camino entre la escultura, el land art y la arquitectura.
Arquitectura de luis Barragán
La Casa Luis Barragán, construida en 1948, representa una de las obras arquitectónicas contemporáneas de mayor trascendencia en el contexto internacional, como lo ha reconocido la UNESCO al incluirla, en el año 2004, en su lista de Patrimonio Mundial.
Se trata del único inmueble individual en América Latina que ha logrado tal distinción, debido a que –como afirma la propia UNESCO en su declaratoria– es una obra maestra dentro del desarrollo del movimiento moderno, que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos. La influencia de Luis Barragán en la arquitectura mundial sigue creciendo día con día, y su casa, conservada con fidelidad tal como la habitó su autor hasta su muerte en 1988.
Entre sus primeras obras destacan las viviendas unifamiliares, como las casas González Lima y Enrique Aguilar (1928, ambas en Guadalajara), en las que comienza a desarrollar un estilo propio influenciado por la cultura mediterránea: patios, muros, jardines, terrazas, celosías. El final de este primer periodo coincide con su traslado a la ciudad de México en 1936, cuando el conocimiento detallado de las vanguardias europeas —sobre todo de Le Corbusier y Mies van der Rohe— propició un nuevo dinamismo en el tratamiento de sus elementos arquitectónicos, en especial de los muros y los espacios interiores (encadenamientos ambientales, dobles alturas y manejo del vidrio en la articulación de espacios).
Su arquitectura empieza a concebirse como un juego de planos, luz y texturas. En esta etapa destacan el edificio de apartamentos en la plaza Melchor Ocampo (1936-1940), su casa-taller en Tacubaya y dos obras en el campo del paisajismo: los jardines del Pedregal (1945-1950) y los del Predio del Cabrío (1944), ambos en la ciudad de México, donde se percibe la huella profunda de los jardines islámicos —insistente presencia del sonido del agua—. Su última etapa, iniciada en 1950 bajo la influencia del pintor Jesús Reyes Ferreira y el escultor Mathias Goeritz, se caracteriza por su evolución hacia una arquitectura de espacios interiores, valoración del color, tratamiento de texturas y luz natural. Las obras más representativas de este tercer periodo son la capilla de las Capuchinas Sacramentarias.

La arquitectura que se ha producido durante los últimos cien años parece el camino que va de la preparación a la simplificación de las formas, a la limpieza ornamental y a la utilización de materiales de procedencia industrial; en el hacer y deshacer de ese camino están sembradas algunas de las casas que definen arquitectónicamente el espacio doméstico.

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